SOBRE ARQUEOFICCIÓN Y NOVELA HISTÓRICA. LO SUGERIDO DESDE EL DATO. RECONSTRUIR EL PASADO.
«En estas horas cruciales y críticas no podemos
los europeos dejar de serlo perdiendo la serenidad intelectual que ha sido
patrimonio siempre de Europa y el menos expuesto a sernos arrebatado por
extraños (…) Cuestiones antropológicas, bélicas, políticas, espirituales, etc.
se entrelazan en torno a la crisis radical que se abre en el centro de nuestra
época y nuestro continente…Es
necesario también emplear nuevos métodos intelectuales, ensayar
nuevas actitudes, nuevas categorías, para desentrañar lo esencial de
nuestros problemas, sabiendo renunciar, a veces, a exigencias rigurosas de
concepto, imposibles de alcanzar tratándose de una materia tan nueva y desconcertante.
Más valen, con frecuencia, intuiciones y atisbos imaginativos, que se
introducen rápidos por los rincones de las regiones a explorar, que no
rotulaciones académicas, calificaciones terminantes montadas sobre conceptos
vetustos, inapropiados a las nuevas realidades. El noûs, la
inteligencia, para Aristóteles, está estrechamente relacionada con el órgano
del tacto (…) Y luego, a ver, pero concretamente palpando también con la
mirada, pensando en imágenes, míticamente». Díez del Corral, L. (1974), El
Rapto de Europa, pp. 113-114. La técnica,
la materia histórica investigada de una manera un tanto rigurosa, también la
información general historiográfica, puede servir para el relatar de una novela
que podríamos tildar con matices de “histórica” como subgénero, a pesar de que
lo es. Me voy a centrar en los tiempos de la Prehistoria, concretamente en su
Protohistoria (Edad de los Metales, del Bronce en concreto, Ciervos y
Serpientes, aunque no de manera única), pero bien podrían valer, con
naturales diferencias de desarrollo e interpretaciones, sus datos concretos
(cronología, pensamiento, arqueología específica, antropología, etnografía,
bioarqueología), en los amplios espectros de la Edad Antigua y Medieval.
La búsqueda
de información necesaria para, es un ejemplo, desarrollar la teoría de un campamento
mesolítico vinculada a la imagen del perro (muy salvaje sin duda en el
paleolítico superior-mesolítico, aunque donde se comienzan a descubrir los
restos arqueológicos -pictóricos incluidos, arte rupestre en general- asociados
a los humanos, junto a muchos otros animales es en el paleolítico medio) es
sencillamente, de “reconstrucción”. Se le puede dar “una vuelta” al papel del
perro (demasiado encumbrado en la prehistoria, tal vez), algo inútil para
ciertas tareas en la dificilísima supervivencia de los últimos hombres y
sociedades más prehistóricas. Si bien una directa experiencia con los perros
actuales puede influir en nuestra información, los urbanos serían nombradamente
“inútiles” (entiéndase a lo que me refiero en el contexto prehistórico); los
rústicos, bastante más “útiles” en mi modesta experiencia. Toda mundología
vivida ejerce un flujo de asesoría casi sin límites a la hora de imaginar un
relato escrito.
La domesticación
del lobo (Canis lupus signatus; ojo, apuesto por la subespecie Canis
lupus gallaicus, desde la información de mis profesores de antaño), con sus
grandes dinastías asiática y europea, -tema complejo-, fue más desde la
dirección del lobo (seguramente crías) al hombre (niños, adolescentes) y no en
sentido contrario. Conviene no olvidar el papel del fuego en este juego de
domesticación, de atracción del hombre al lobo y viceversa. Sobre la
Prehistoria en general hay muchísimas teorías sobre casi todo, y no es fácil
seleccionar “la que más nos conviene”. Puede no coincidir mi punto de vista con
el de otros, pero éste ha de ser cotejado del modo más riguroso posible. El
perro puede ser pastor de animales y hombres, defensor/protector/implacable
vigilante -según qué razas- por lo tanto, de animales, en especial en vías de
domesticación: rebaños de bóvidos, ovinos, caprinos, etc., y por supuesto
contra sus competidores salvajes, otros perros son cazadores-rastreadores,
detectores de peligros humanos o no. Pero la no coincidencia de unos datos con otros
propios no es relevante, siempre que exista un mínimo de rigor, de ahí el
insertar con acierto el texto según el modelo de género literario.
Otro
ejemplo son los puntos de vista gramático-explicativos desde un narrador en
primera persona o una voz en tercera persona. Desde lo aclaratorio, es difícil
dar el salto hasta la voz de los personajes prehistóricos, exponer en directo
su mentalidad, sus nombres (hay que saber escogerlos, asunto complicado: o se
evade la filología antigua, o nos los inventamos con paráfrasis, sin más), sus
sueños, su medición del tiempo (arqueocronología) sus costumbres, mentalidades
y transcendencia espiritual, dibujar en suma la personalidad concreta ¡Observación!,
dentro del protagonismo absoluto de la comunidad orgánica, su “sociedad” (societas)
es comunidad viva, grupal, a pesar que este desarrollo del relato pueda carecer
de “acontecimientos históricos” de fechas y hechos concretos: sin duda los
hubo, pero no los conocemos bien, sólo cabe imaginarlos de una manera cotidiana.
El convivir en comunidad pasa a ser vital para repensar los hechos en sí, de
ahí la importancia del contexto general. Nos es casi imposible hoy este “día a
día” colectivo, dado nuestro extremado e aislado individualismo atroz, la
cultura del móvil, publicidad, cine (que nos limita, que nos influye de una
manera casi inexplicable) ordenador, masificación, redes sociales o televisión.
Tarea tan imposible como sugestiva.
El
procedimiento para mi “nuevo género” (si se me permite esta boutade) de
Arqueoficción, quiere ser más riguroso con la información recogida, sin
renunciar a la amada sombra de la imaginación-ficción. Con toda la sinceridad
posible enumero los pasos realizados en esta pericia, aun cuando de una manera breve
y aproximada:
1. Mi
experiencia como arqueólogo es poca (soy más medievalista, diplomatista), aunque
intensa, dado que mis mejores profesores, ya amigos a lo largo de décadas,
fueron especialistas en la Edad del Bronce, camino que como investigador no
elegí, para enfado de esos queridos instructores. No obstante, el “corazón y
mentalidad de arqueólogo” me ha dado una cierta sensibilidad a todo lo que es
cultura material de una manera casi obsesiva: todo lo “veo” desde lo antiguo,
lo medieval, lo prehistórico (protohistórico al caso concreto…), incluso la
actualidad más recalcitrante la suelo contemplar desde la antropología física o
cultural. “Tocar” el pasado es cada vez más necesario para no perder la
perspectiva del mito, esa experiencia directa impagable ¿Lo hacemos? Lo vivo
“hasta el tuétano”. Arte, lecturas, viajes, imágenes, rostros, paisajes
(platas, animales, rocas, clima: geología, botánica, zoología…), lecturas
convenientes: todo me habla, me transmite sensaciones de “lo transcurrido” que
afectan a mi realidad existencial presente. Se expande incluso al futuro.
2. Mi
relato (novela no demasiado extensa) de Ciervos y Serpientes es un caminar
de rutas año tras año, buscando un sentido (no exclusivamente racional, no crean)
a los petroglifos (grabados rupestres) del calcolítico-bronce europeo y del
noroeste peninsular en concreto (comparativa con lo internacional, indispensable),
derivado de conversaciones, excursiones, museos, lecturas (obviamente, ensayos
historiográficos, arqueológicos, revistas especializadas), debates, con mis
profesores y compañeros de parecida sensibilidad hacia “lo que se ha ido”. El
contacto directo “con la piedra, la madera y el metal” es una primera fuente de
información indispensable. Puede chocar.
3. No
he querido que las actuales sagas de literatura de género de tema prehistórico
me influyeran para nada en el principio, desarrollo y final del narrado que
expongo. Sólo me he permitido el “lujo” de repasar mis lecturas juveniles de
ese género, a modo de “inspiración” pictórico-plástica, incluidos los cómics,
novelas históricas, incluso las de Fantasía heroica a lo R. Howard… o el cine
(el de prehistoria no es “fantástico” sino fantasioso al extremo, pero tuvieron
impacto en mi animosa sensibilidad infantil y juvenil, por eso “volví” a
ellos”: los había olvidado y el gustazo surgió por sí solo). Curiosamente, casi
siempre son autores franceses: Clément Borgal, J-H. Rosny Ainé (15 Relatos
de Prehistoria. Ed. Fher, 1978; 15 Relatos de Arqueología, ed. Fher,
1971: ¿os acordáis de esa excepcional colección?); hispanoamericanos, Tocón
en las cavernas, de Aldo Berti, 1974… En fin, que sólo he leído de la saga
de Joan Wolf o J.-M. Auel, escuetos fragmentos (no están nada mal, adelanto,
pero algunas páginas son de dudoso gusto o sensibilidad con las culturas
prehistóricas) para que no incidiesen lo más mínimo en el narrado propio.
4.
Recogida toda la minuciosa información técnica, con un mínimo de orden y
organización (primordial: argumento, personajes, IDEAS, de ahí un posible subtítulo
“para un Tiempo Nuevo…”, simbología, contexto biológico, antropológico), me
dispuse a escribir, y el resultado es que tiene mucho de novela histórica, pero
no lo es en definición estricta.
Equilibrio,
pero ¿he de ser fiel a mi propio estilo, no traicionarlo? Sin dudarlo, soy
investigador por naturaleza, escritor de ensayo científico histórico, incluso
de análisis literario (mi lado “oscuro” de la filología), por novedad, novelista.
Pretendo, no obstante, ser un escritor de novela que plasme ese maravilloso
mundo del pasado, pero con referencias claras de los tiempos anteriores, lo más
fidedignamente posible, “tocables”, “visibles”, aunque me pueda permitir (es
necesario por propia definición de fábula narrativa) la ficción en la
recreación de lo que expongo en negro sobre blanco. De eso trata la literatura
en general.
Si, en
Ciervos y Serpientes, Pegaragar (personaje secundario, importante) es inmolado
subido a un abedul, quiero que el lector sepa lo que significa ese árbol (los
símbolos…) y cómo es la designación del mismo en la botánica protohistórica del
Noroeste (Betula alba, procedente de Eurasia), su contexto natural, pues
esa es la especie que quiero inculcar en la imaginación del lector, no otra
¿Cómo se busca a ese tipo de lectores, que navegan -pienso- entre Tolkien, la
novela histórica y la pasión por el pasado arqueológico? ¿Existen? Es obvio que
he escrito inspirado desde el entusiasmo, el disfrute de uno mismo con la obra
que he operado. Lo quiero transmitir.
Reconstruir,
recomponer, como si se tratase de una pieza de cerámica cardial o sigillata
romana bajo una carpa de campamento de arqueología, fragmento a fragmento.
Nadie conoce, nadie está en contacto con lo prehistórico, con lo antiguo, nos
faltas referencias y hechos-fechas excepcionales. Los libros ayudan sin duda,
pero no “se toca” ni se vive el pasado, sólo se le clasifica… y finalmente se le
aisla del común conocimiento.
¿Se
puede adaptar uno que esto escribe, desde este perfil, insisto, “sin
traicionar” el estilo y gestión de la información de datos que uno acopia?
¿Puede
tener futuro la “Arqueoficción” literaria que planteo?
Es un
objetivo personal que no puedo ocultar a los potenciales lectores. En mis años
de guía esporádico en museos de arte, historia, etnográfico o arqueología,
resultaba (¡resulta!) casi imposible sensibilizar en la mente de un joven (o no
tanto…) una escena prehistórica avanzada, un hombre o mujer en una fortaleza,
domesticando, extrayendo frutos salvajes del bosque (¿qué bosque?, ¿cómo es?),
cazando o luchando contra las tribus o clanes hostiles, su vestimenta, la
aplicación correcta de las armas, su horario diario, su ambientación
climatológica, la figura en sí, singular de ese hombre o comunidad en
particular ¿Podría ayudar esta nueva forma de relato novelístico para desarrollar
estos personajes “vivos”, en un ambiente lo más veraz posible, reconstruyéndolos
con el encanto, atracción-sugestión y artificio de la ficción literaria? La
información técnica de todo lo antiguo, de la historia, no es en absoluto accesible
para el lector común, de dificultad legible, entendible, de asimilación
compleja. Por ahí no hay camino ni alternativa, piénsenlo. El éxito de la
novela histórica reside en el papel de práctico puente entre los tiempos
precedentes y la mentalidad actual, ¿se puede cambiar en algo el ángulo de este
“género histórico”, su forma, su técnica?
Dr. X.
Carlos Ríos, 2021.
La búsqueda de información necesaria para, es un ejemplo, desarrollar la teoría de un campamento mesolítico vinculada a la imagen del perro (muy salvaje sin duda en el paleolítico superior-mesolítico, aunque donde se comienzan a descubrir los restos arqueológicos -pictóricos incluidos, arte rupestre en general- asociados a los humanos, junto a muchos otros animales es en el paleolítico medio) es sencillamente, de “reconstrucción”. Se le puede dar “una vuelta” al papel del perro (demasiado encumbrado en la prehistoria, tal vez), algo inútil para ciertas tareas en la dificilísima supervivencia de los últimos hombres y sociedades más prehistóricas. Si bien una directa experiencia con los perros actuales puede influir en nuestra información, los urbanos serían nombradamente “inútiles” (entiéndase a lo que me refiero en el contexto prehistórico); los rústicos, bastante más “útiles” en mi modesta experiencia. Toda mundología vivida ejerce un flujo de asesoría casi sin límites a la hora de imaginar un relato escrito.
La domesticación del lobo (Canis lupus signatus; ojo, apuesto por la subespecie Canis lupus gallaicus, desde la información de mis profesores de antaño), con sus grandes dinastías asiática y europea, -tema complejo-, fue más desde la dirección del lobo (seguramente crías) al hombre (niños, adolescentes) y no en sentido contrario. Conviene no olvidar el papel del fuego en este juego de domesticación, de atracción del hombre al lobo y viceversa. Sobre la Prehistoria en general hay muchísimas teorías sobre casi todo, y no es fácil seleccionar “la que más nos conviene”. Puede no coincidir mi punto de vista con el de otros, pero éste ha de ser cotejado del modo más riguroso posible. El perro puede ser pastor de animales y hombres, defensor/protector/implacable vigilante -según qué razas- por lo tanto, de animales, en especial en vías de domesticación: rebaños de bóvidos, ovinos, caprinos, etc., y por supuesto contra sus competidores salvajes, otros perros son cazadores-rastreadores, detectores de peligros humanos o no. Pero la no coincidencia de unos datos con otros propios no es relevante, siempre que exista un mínimo de rigor, de ahí el insertar con acierto el texto según el modelo de género literario.
Otro ejemplo son los puntos de vista gramático-explicativos desde un narrador en primera persona o una voz en tercera persona. Desde lo aclaratorio, es difícil dar el salto hasta la voz de los personajes prehistóricos, exponer en directo su mentalidad, sus nombres (hay que saber escogerlos, asunto complicado: o se evade la filología antigua, o nos los inventamos con paráfrasis, sin más), sus sueños, su medición del tiempo (arqueocronología) sus costumbres, mentalidades y transcendencia espiritual, dibujar en suma la personalidad concreta ¡Observación!, dentro del protagonismo absoluto de la comunidad orgánica, su “sociedad” (societas) es comunidad viva, grupal, a pesar que este desarrollo del relato pueda carecer de “acontecimientos históricos” de fechas y hechos concretos: sin duda los hubo, pero no los conocemos bien, sólo cabe imaginarlos de una manera cotidiana. El convivir en comunidad pasa a ser vital para repensar los hechos en sí, de ahí la importancia del contexto general. Nos es casi imposible hoy este “día a día” colectivo, dado nuestro extremado e aislado individualismo atroz, la cultura del móvil, publicidad, cine (que nos limita, que nos influye de una manera casi inexplicable) ordenador, masificación, redes sociales o televisión. Tarea tan imposible como sugestiva.
El procedimiento para mi “nuevo género” (si se me permite esta boutade) de Arqueoficción, quiere ser más riguroso con la información recogida, sin renunciar a la amada sombra de la imaginación-ficción. Con toda la sinceridad posible enumero los pasos realizados en esta pericia, aun cuando de una manera breve y aproximada:
1. Mi experiencia como arqueólogo es poca (soy más medievalista, diplomatista), aunque intensa, dado que mis mejores profesores, ya amigos a lo largo de décadas, fueron especialistas en la Edad del Bronce, camino que como investigador no elegí, para enfado de esos queridos instructores. No obstante, el “corazón y mentalidad de arqueólogo” me ha dado una cierta sensibilidad a todo lo que es cultura material de una manera casi obsesiva: todo lo “veo” desde lo antiguo, lo medieval, lo prehistórico (protohistórico al caso concreto…), incluso la actualidad más recalcitrante la suelo contemplar desde la antropología física o cultural. “Tocar” el pasado es cada vez más necesario para no perder la perspectiva del mito, esa experiencia directa impagable ¿Lo hacemos? Lo vivo “hasta el tuétano”. Arte, lecturas, viajes, imágenes, rostros, paisajes (platas, animales, rocas, clima: geología, botánica, zoología…), lecturas convenientes: todo me habla, me transmite sensaciones de “lo transcurrido” que afectan a mi realidad existencial presente. Se expande incluso al futuro.
2. Mi relato (novela no demasiado extensa) de Ciervos y Serpientes es un caminar de rutas año tras año, buscando un sentido (no exclusivamente racional, no crean) a los petroglifos (grabados rupestres) del calcolítico-bronce europeo y del noroeste peninsular en concreto (comparativa con lo internacional, indispensable), derivado de conversaciones, excursiones, museos, lecturas (obviamente, ensayos historiográficos, arqueológicos, revistas especializadas), debates, con mis profesores y compañeros de parecida sensibilidad hacia “lo que se ha ido”. El contacto directo “con la piedra, la madera y el metal” es una primera fuente de información indispensable. Puede chocar.
3. No he querido que las actuales sagas de literatura de género de tema prehistórico me influyeran para nada en el principio, desarrollo y final del narrado que expongo. Sólo me he permitido el “lujo” de repasar mis lecturas juveniles de ese género, a modo de “inspiración” pictórico-plástica, incluidos los cómics, novelas históricas, incluso las de Fantasía heroica a lo R. Howard… o el cine (el de prehistoria no es “fantástico” sino fantasioso al extremo, pero tuvieron impacto en mi animosa sensibilidad infantil y juvenil, por eso “volví” a ellos”: los había olvidado y el gustazo surgió por sí solo). Curiosamente, casi siempre son autores franceses: Clément Borgal, J-H. Rosny Ainé (15 Relatos de Prehistoria. Ed. Fher, 1978; 15 Relatos de Arqueología, ed. Fher, 1971: ¿os acordáis de esa excepcional colección?); hispanoamericanos, Tocón en las cavernas, de Aldo Berti, 1974… En fin, que sólo he leído de la saga de Joan Wolf o J.-M. Auel, escuetos fragmentos (no están nada mal, adelanto, pero algunas páginas son de dudoso gusto o sensibilidad con las culturas prehistóricas) para que no incidiesen lo más mínimo en el narrado propio.
4. Recogida toda la minuciosa información técnica, con un mínimo de orden y organización (primordial: argumento, personajes, IDEAS, de ahí un posible subtítulo “para un Tiempo Nuevo…”, simbología, contexto biológico, antropológico), me dispuse a escribir, y el resultado es que tiene mucho de novela histórica, pero no lo es en definición estricta.
Equilibrio, pero ¿he de ser fiel a mi propio estilo, no traicionarlo? Sin dudarlo, soy investigador por naturaleza, escritor de ensayo científico histórico, incluso de análisis literario (mi lado “oscuro” de la filología), por novedad, novelista. Pretendo, no obstante, ser un escritor de novela que plasme ese maravilloso mundo del pasado, pero con referencias claras de los tiempos anteriores, lo más fidedignamente posible, “tocables”, “visibles”, aunque me pueda permitir (es necesario por propia definición de fábula narrativa) la ficción en la recreación de lo que expongo en negro sobre blanco. De eso trata la literatura en general.
Si, en Ciervos y Serpientes, Pegaragar (personaje secundario, importante) es inmolado subido a un abedul, quiero que el lector sepa lo que significa ese árbol (los símbolos…) y cómo es la designación del mismo en la botánica protohistórica del Noroeste (Betula alba, procedente de Eurasia), su contexto natural, pues esa es la especie que quiero inculcar en la imaginación del lector, no otra ¿Cómo se busca a ese tipo de lectores, que navegan -pienso- entre Tolkien, la novela histórica y la pasión por el pasado arqueológico? ¿Existen? Es obvio que he escrito inspirado desde el entusiasmo, el disfrute de uno mismo con la obra que he operado. Lo quiero transmitir.
Reconstruir, recomponer, como si se tratase de una pieza de cerámica cardial o sigillata romana bajo una carpa de campamento de arqueología, fragmento a fragmento. Nadie conoce, nadie está en contacto con lo prehistórico, con lo antiguo, nos faltas referencias y hechos-fechas excepcionales. Los libros ayudan sin duda, pero no “se toca” ni se vive el pasado, sólo se le clasifica… y finalmente se le aisla del común conocimiento.
¿Se puede adaptar uno que esto escribe, desde este perfil, insisto, “sin traicionar” el estilo y gestión de la información de datos que uno acopia?
¿Puede tener futuro la “Arqueoficción” literaria que planteo?
CINE
que puede ilustrar este artículo de teoría literaria. SOBRE ARQUEOFICCIÓN Y
NOVELA HISTÓRICA. LO SUGERIDO DESDE EL DATO. RECONSTRUIR EL PASADO. ֍
Timeline
(2003). Dir. Richard Donner ֍
Der Mann aus dem Eis / Ötzi, el hombre
de hielo (2017). Dir. Felix Randau. ֍
The Dig / La
Excavación (2021). Dir. Simon Stone. |
___________________________________________________________
JULIE Y LOS LOBOS
CRAIHEAD GEORGE, Jean. Julie y los
lobos, edit. Salvat-Alfaguara, Biblioteca Juvenil. Madrid, 1987. Tradução:
Verónica Head. 13x21´5.
Poucos livros podem ser tam ou mais belidos que este que desde Community
Conscience Edoras, recomendamos encarecidamente ao sensível leitor/a que
quera compreender que o homem e Deus-Deuses poderiam chegar a serem o mesmo, não duas cousas ou
aspectos separados (diferenciados sim, mas não dissociados...) senão unidos num contexto que o destino nos proporcionou: na
natureza. Dificilmente o homem pode viver sem Ele mesmo. E assim, Deus
desdobra-se, se é a sua vontade, em carvalho, folha de erva, em galo, em pedra
ou em lobo, cadansuas hierarquias e características espirituais e físicas ¿Deus
converte-se em “deuses”, se Ele quiger?
Que o mais achegado à lição de amor cara ao natural na Espanha (dada
pelo inesquecível Rodríguez de la Fuente), Joaquim Araujo, seja o que
magistralmente desenhe o pro-naos desta novela, verdadeiro canto de comunhão
entre o animal e o homem é significativo, pois a biologia em quanto que experimental e etológica
junge-se aqui com a narração sentimental de uma rapaça esquimal que se perdeu
na tundra de Alaska e cujo objectivo, a sobrevivência, passa pelo convívio com umha pequena turma de lobos, que a
alimentam até chegar a considerá-la como a uma mais do fato. Rifas,
conhecimentos de autênticos rituais e estudos etológicos (na linha do melhor
Konrad Lorenz) entre os lobos são descubertos graças ao amor verdadeiramente
paternal e fraternal que Julie tem nos lobos; e de entre eles, ao “espírito dos
lobos”, Amaroq, mestre de uma dura vida, mantendo e defendendo aos do seu
sangue e grupo, contra o ódio egoísta e criminosamente infantil do homem e as
suas nefastas conseqüências no habitat
no qual existem os lobos, por riba de um bem e de um mal que os homens ainda não
percebem. Como naquele conto de Nube gris ou A chamada da selva
de J. London, o lobo enmarca-se a modo de perfeita camuflagem entre o frio
ártico e o sangue quente que lateja no seu corpo e que Julie conhece bem: não a
deixará morrer de fame porque fala na sua mesma linguagem, porque se ganhou um
posto na manada, respeitou o estabelecido naturalmente. Nada se regala na vida
selvagem, onde na hierarquia do chefe não há dúvidas para os súbditos e aquele
que pense o contrário e nom demostre nada, nom terá um sítio à hora de
beneficiar-se da difícil consecução da caça de entre o geo.
Mas também esta novela é concienciadora do dilema que para Miyax-Julie
existe entre o mundo moderno e as suas comodidades da era da felicidade e, o
respeito e modo de vida dos seus devanceiros em harmonia total com o mundo
natural, entre focas e baleas: (despois de caçar focas os esquimais)
“Kapugen hinchó vejigas de foca y él y
los ancianos las llevaron por el hielo. Allí las arrojaron al mar, mientras
Miyax miraba y escuchaba sus canciones. Cuando volvió al campamento la mujer
encorvada le dijo que lo hombres habían devuelto las vejigas a las focas.
― Las vejigas contienen el
espíritu del animal –le dijo-. Ahora los espíritus pueden entrar en los cuerpos
de las focas recién nacidas y protegerlas hasta la próxima temporada de caza” (p.91).
Julie luita, como o lobo, contra o homem igualitarista, produtor,
explorador da Terra e eis a verdadeira mensagem desta todo-coração novelista
americana, de espírito de exploradora das montanhas do nascimento da América
verdadeira (não a de hoje precisamente…): os seus deuses, antepassados, jeitos
de entender a vida, de vestir, cujas tradições são a Terra, os Renos, os
chorlitos, o bufo nival com o que ela luita mão a mão... Volver a ser esquimal
e volver a ser ela mesma:
“― ¡Yo soy
esquimal!, no gussak! – había dicho y él la había arrojado al aire y
luego la había estrechado en sus brazos.
― Sí, tú
eres esquimal – le había dicho -. Y nunca lo olvides. Nosotros vivimos
como nadie
puede vivir, porque comprendemos realmente a la tierra”. (P.94).
(…)
“Tenía su ulo
(coitelo esquimal) y sus agujas, su trineo y su tienda, y el mundo de sus
antepasados. Y a ella le gustaba la simplicidad de ese mundo. Era un modo fácil
de comprender. Aquí Miyax comprendía el modo en que ella formaba parte de los
movimientos de la luna y de las estrellas y del constante acontecer de la vida
en la tierra. Aún hasta la nieve formaba parte de ella misma; Miyax la derretía
y bebía”. (P.144).
O valor e o espírito de supervivência de Miyax mistura-se em três
elementos intencionadamente coincidentes e que nos podem levar a semelhar todo
com o nosso mundo céltigo: A Miyax mulher, o sentido da Terra e o direito à
diferença dos povos e sobre todo das minorias étnicas que não coincidem com as
fronteiras actuais e artificiais, como as dos esquimais. Pero poderia engadir
algo mais: e o direito dos grupos étnicos europeus? É que o nosso destino está
já limitado a não poder volver às nossas origens cada vez mais duvidosas,
carcomido e sufocante? Miyax não teria dúvidas mesmo que lhe dixeram “exactamente”
e “definira” quem eram os seus devanceiros. Quem se escoita a si mesmo ouve a
voz da sua consciência que não é mais que a voz dos seus antepassados. Todos os
europeus deveríamos começar a reflexionar sobre este vital aspecto da nossa
triste existência:
“― Amaroq...- Miyax sacó de su bolsillo la talla que había hecho de su
amigo y cayó de rodillas. Cantando suavemente en esquimal, le dijo que no tenía
vejiga para conservar, pero tenía su tótem. Le pidió ue entrase en el tótem y
quedase con ella para siempre. Durante largo tiempo sostuvo la talla encima de
su cuerpo (do lobo Amaroq). Al cabo, el dolor que le atenazaba el pecho se hizo
más liviano, y supo entonces que el lobo estaba con ella”. (P.160).
E mentres aguardamos esse espertar dos europeus, dizer para rematar, que
valoramos a incomiável laboura de J. Craighead, já que logo tivo que estar todo
um verão no Laboratório de Investigações Árticos de Barrow em Alaska para
contemplar direitamente aos seus irmãos lobos, sendo o seu galardão a medalha
“Newbery” no 1973, a mais de servir de inspiração a uma película que se rodou
nos cenários naturais (lembremos de passo a maravilhosa película com Anthony
Queen, El diente del diablo, na que se narra a vida de uma parelha de
esquimós e o seu choque com o mundo “civilizado”). Uma novela para muito mais
que relembrar aos nossos filhos.
José-Carlos Rios
Resenha publicada na revista da Irmandade Céltiga, ITH, nº 4, verão 1988. Revisado e actualizado.
Comentario sobre argumento de UN ENCUENTRO PELIGROSO, Ernst Jünger (1988-1999).
El
argumento de esta novela es curioso, como también es singular que esta novela (1985) de Ernst Jünger la escribiese a una edad tan avanzada como la de noventa años...
siendo el protagonista un joven, ¿él mismo en su verdadera edad anímica?
Comienza
contándonos (narrador omnisciente) la vida del singular Gerhard (alemán
aristócrata en París) en un ambiente urbano, otoñal, repleto de símbolos. La
búsqueda del joven es la de una amor ideal, en el fondo siempre buscado,
finalmente encontrado en una mujer casada (Duquesa Kargané, Irene) aunque
despechada y rechazada por su marido, todo ello entre reflexiones típicas de Jünger:
la hermosura/belleza, la vulgaridad, la desmesura, la sociedad del momento, la
vanidad, los detalles de la botánica en el ambiente general, el arte, el Orden,
el tiempo, los libros, los tipos de hombres y mujeres, el mal, el azar, la
libertad, la juventud y madurez, reflexiones sobre la criminalidad, etc. En un
momento dado, de repente, situamos en el punto central argumental, un asesinato
que se comete, justo en el encuentro de la primera cita (potencial adulterio
iniciado) entre Gerhard e Irene.
A
partir de ahí, todos los anteriores personajes, con los nuevos en tromba, son
inesperados: policías (Etienne y Dobrowsky), cómplices de Gerhard (Ducasse, por
ejemplo) y el propio marido de la condesa, el conde Kargané, profundizando en
él como una nueva pieza clave del suceso-conflicto. Le siguen las tramas de los
sospechosos del asesinato cometido, ejecutado justo enfrente de la habitación
de la clandestina cita…
Se
sigue desarrollando aún más si cabe el ambiente de un París de inicios de siglo
XX: calles, jardines, plazas, ambiente climático-paisaje, monumentos,
arquitecturas-edificios… El asesinato en sí deja de tener relevancia, hasta
llegar a ser sólo un foco justificativo del hilo argumental de la novela, un
pretexto alrededor del cual se expanden, giran los personajes principales y
secundarios (de mucho peso, por cierto), sus psicologías, vestimentas, los
ambientes, sus acciones determinantes. Lo que resulta al final, lo que a uno le
queda claro cuando termina de leer el relato, es que ni siquiera importa quién
cometió el asesinato (que no se resuelve con claridad, por cierto: la
intencionalidad del autor es diáfana) y sí más el porqué del móvil, aunque
tampoco éste tiene mucho más peso que el comentado homicidio.
La
reflexión sobre la vida, la tipología filosófico-psicológica de los personajes,
el reflejo de una sociedad ya decadente es el tema principal adónde nos dirige
el argumento, desarrollando bajo pretexto, los pensamientos sobre temas
universales (en cierta profundidad, proclamo) a través de los personajes:
todos, los protagonistas y los secundarios.
X.
Carlos Ríos Camacho, 2020.
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